Una noche de invierno
allende la frontera,
platicaba un matrimonio
de su vida veinteañera.
El esposo era gabacho
y ella con mucha emoción,
decía soy Mexicana
¡Uriangatense de corazón!
Cuando era joven; decía
a Michael su fiel esposo,
los domingos en mi pueblo
¡Todo era muy hermoso!
Noches hermosas en el jardín,
en los sesentas gozamos,
sentados o dando vueltas
de la noche disfrutamos.
Bañadas y peinaditas
antes del oscurecer,
acudíamos al jardín
a ofrecer nuestro querer.
Y los varones por igual
se daban su arregladita,
pa' agradar a las muchachas
y buscarse noviecita.
Unas íbamos a misa
y otras nomás al jardín,
a dar vueltas y vueltas
en busca de algún catrín.
A las ocho de la noche
en el kiosco del jardín,
empezaba la serenata
con la banda de Chuchín.
Otras veces con la orquesta
se realizaba la velada,
con pasos dobles y danzones
la familia se alegraba.
¡Hermosas noches gozamos
en mi Uriangato querido!
disfrutando la serenata
con el novio o con marido.
Y cómo puedo ovidar
a la señora Benita,
que vendía ricos tamales
de ceniza sin mantequita.
También podías degustar
tacos o caldo de pollo,
con Estela la del Chur
con lechuga o con repollo.
Y con el señor Cázares
disfrutabas la paleta,
de tamarindo o de limón,
o rellena de cajeta...
Las lágrimasa le brotaban
de sus ojitos hermosos,
al recordar las serenatas
que vivió en sus años mozos.
Michael nomás escuchaba
lo que decía su mujer,
la nostalgia le afloraba
estemeciendo su ser.
Qué tiempos aquéllos
una frase así rezaba,
cuando con poemas bellos
a la dama se enamoraba.
Tiempos que no volverán
de mi juventud distante,
decía Lupita a su Michael
suspirando anhelante.
Adios Uriangato querido
no se si te vuelva a ver,
pero como yo te quiero
¡Nadie te podrá querer!
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